La República Independiente de mi casa: PETORIA

26 12 2009

Alberto Peña

En este capítulo (2×18, E. Peterbus Unum), un hecho tan gratificante como que hacienda te devuelva dinero, se convierte en un conflicto internacional.

Después de que sus amigos le digan que en la devolución de la renta les han dado más de 500 $ a cada uno, Peter se dirige a la oficina de hacienda a reclamar su parte para construir una piscina en casa. Después de ver que no le devuelven ni un centavo se pone a excavar la piscina él y topa con el tendido de luz de su barrio. Cuando se de dirige al Ayuntamiento, el alcalde Adam West decide borrar del mapa de la ciudad y de los EEUU  la parcela de los Griffins, por lo que Peter decide crear un país del tamaño de la parcela de su casa llamado Petoria.

A partir de aquí comienzan los problemas, ya que la actitud del gordo cambia y, como el cree que le ampara la ley de diplomático, empieza a hacer el vándalo allá por donde pasa. Incluso en una reunión de las Naciones Unidas, se queja de que su sitio en el Congreso está muy lejos. En la comida habla con un colega iraquí que resulta ser Saddam Hussein y que le “aconseja” sobre lo que puede o no hacer como líder de un país.

Como era de esperar, el Presidente Peter decide actuar, y a falta de su piscina en el jardín decide que la de su vecino Joe será la nueva provincia de Petoria. Esto desata un conflicto internacional surrealista entre los EEUU y Petoria por un territorio, la piscina de Joe, antiguamente en América y ahora invadida por el país liderado por Peter.

Los EEUU destapan todo su armamento y cercan la frontera con Petoria, le cortan la luz, el agua y el gas, y quedan incomunicados en su casa sin poder salir, a base de luces de minero y velas por la noche, y de los suministros que tenían en la despensa por el día.

Pero Peter es capaz de darle un nuevo vuelco a la situación y decide organizar una fiesta e invitar a todos los teóricos enemigos de EEUU para que le otorguen su ayuda. Así, figuras tan conocidas como la de Fidel Castro, Saddam Hussein o Mahmud Ahmadineyad, gozan de una barbacoa en el país de Peter y juegan entre ellos como niños pequeños. La situación es un descontrol y la única que parece razonar es Lois, que harta de pasar penurias decide cruzar la frontera y pasar al lado norteamericano. Ante un inminente ataque con un misil que casi toca la nariz de Peter, este decide echarse atrás y negociar con el alcalde West, que por muchas condiciones que le ponen, no cede ni por un mero bolígrafo de oficina.

Parece que el caso de Petoria pasó a los anales de la historia, pues al final aparece una clase de colegio del futuro, y todo el capítulo parece la clase de una maestra.